miércoles, 28 de octubre de 2015

¿Hay que ser bueno?


¿Ser bueno o no? O mejor dicho, ¿que sean buenos o no?

En algún momento de la vida, toda persona se pregunta si debería ser bueno con los demás o simplemente hacer lo que uno quiera sin importarle cómo se sienta el resto.

Y bien, desde el punto de vista de la persona que no sabe cuál de las dos opciones elegir, siempre hay una cierta tendencia a elegir ser libre y hacer lo que uno quiere, sin pensar que la libertad acaba allí donde empieza la de los demás. Sin embargo, el ser bueno es aparentemente más difícil, pues implica ayudar, ser amable, apoyar, no ofender, ser sincero, ser fiel, e incluso, a veces, el ser demasiado bueno puede ser perjudicial porque las personas abusan o se aprovechan de la bondad de otros.

Pero, todo cambia cuando ves cómo se comportan contigo las personas que te rodean, y en ese momento, cualquiera quiere que todo el mundo sea bueno con ella, sin pensar en cómo ha actuado él. Entonces, aquellos que realmente han sido buenos con el resto, recibirán lo mismo a cambio, obteniendo lo que se merecen por su comportamiento y actitud, por la sensatez de no ofender a los demás con sus actos. Por el contrario, todo aquel no ha actuado como debería, aquel al que nada le importa por encima de él mismo y de sus experiencias y deseos, nada puede esperar de las personas que hay a su alrededor, a las que no ha respetado, no ha escuchado,  ha ofendido, ha provocado su malestar; de todas ellas, nunca deberá esperar un comportamiento  bondadoso o amable, pues no sería merecedor de él, y por lo tanto no podría sentirse ofendido, aunque deseará que todos fueran con él lo que él no ha sido con ellos.

A pesar de todo, siempre hay personas que dan todo sin esperar nada a cambio, sin rencor.

Todo aquello que recibes, es, sin lugar a dudas, aquello que das, tanto para bien como para mal. Por ello, deberíamos plantearnos esta pregunta más a menudo, pero no pensando en cómo actuar,  sino centrándonos en saber cómo queremos que los demás sean con nosotros, y lo que ellos nos demuestren, será devuelto en igual medida.

En conclusión: no hagas nunca lo que no te gustaría que te hicieran a ti.