domingo, 29 de noviembre de 2015

Tu voto cuenta-Elecciones 20 de diciembre



Se acerca otra vez ese momento en el que toca decidir sobre cómo queremos ver nuestro país y como queremos vivir: las elecciones generales del 20 de diciembre.
Pero, ante esta nueva oportunidad, ¿a quién elegir, si el que dice “la verdad”, miente y el que “no miente”, no dice la verdad? ¿A quién dar nuestro voto para que nos represente, si no nos vemos representados en ninguno de ellos?
Entonces aparecen las diferentes ideas, los diferentes argumentos que respaldan el voto de cada persona, a veces tan a favor de un partido que no ven la parte mala, la parte de mentira, la cara oculta de cada uno ellos, que pueden llegar a cegarnos por su gran capacidad de atraer la atención de la gente y meterse en tu cabeza, pensando lo que ellos piensan. Hay otro grupo de personas que, sin pensar en si el partido es de derechas o de izquierdas, vota al que presenta un gobierno o administración que, en ese momento de su vida, le es favorable, adecuando así si voto a lo que más necesite en cada momento. Sin embargo, hay otro gran grupo de personas que, después del largo y costoso proceso histórico que ha llevado conseguir el voto para toda persona mayor de edad, sin tener en cuenta su sexo, su riqueza o sus estudios, deciden no votar, basándose en que no tienen tiempo o la política no les afecta.
Pero, queramos o no, el gobierno del país nos afecta a todos los ciudadanos que vivimos en él y deberían votar la gran mayoría de personas, para tener una mayor representación del pueblo en las urnas. Si no es así, si no se vota, tampoco se puede quejar o ir en contra de aquello que ha salido ganador, pues se decidió no elegir en su momento.
Por ello son importantes las elecciones, pues gracias a ellas los ciudadanos pueden hacer ver sus preferencias en cuanto al sistema político, siendo respetables tanto unas como otras, sin juzgar a la persona por el voto a un partido en concreto. De esta manera, el poder no recae en una sola figura, como tanto se ha criticado a la largo de la historia, por lo que se debe aprovechar esta gran oportunidad de ser oídos por el gobierno mediante este derecho al sufragio, tan querido y deseado por todos.

miércoles, 28 de octubre de 2015

¿Hay que ser bueno?


¿Ser bueno o no? O mejor dicho, ¿que sean buenos o no?

En algún momento de la vida, toda persona se pregunta si debería ser bueno con los demás o simplemente hacer lo que uno quiera sin importarle cómo se sienta el resto.

Y bien, desde el punto de vista de la persona que no sabe cuál de las dos opciones elegir, siempre hay una cierta tendencia a elegir ser libre y hacer lo que uno quiere, sin pensar que la libertad acaba allí donde empieza la de los demás. Sin embargo, el ser bueno es aparentemente más difícil, pues implica ayudar, ser amable, apoyar, no ofender, ser sincero, ser fiel, e incluso, a veces, el ser demasiado bueno puede ser perjudicial porque las personas abusan o se aprovechan de la bondad de otros.

Pero, todo cambia cuando ves cómo se comportan contigo las personas que te rodean, y en ese momento, cualquiera quiere que todo el mundo sea bueno con ella, sin pensar en cómo ha actuado él. Entonces, aquellos que realmente han sido buenos con el resto, recibirán lo mismo a cambio, obteniendo lo que se merecen por su comportamiento y actitud, por la sensatez de no ofender a los demás con sus actos. Por el contrario, todo aquel no ha actuado como debería, aquel al que nada le importa por encima de él mismo y de sus experiencias y deseos, nada puede esperar de las personas que hay a su alrededor, a las que no ha respetado, no ha escuchado,  ha ofendido, ha provocado su malestar; de todas ellas, nunca deberá esperar un comportamiento  bondadoso o amable, pues no sería merecedor de él, y por lo tanto no podría sentirse ofendido, aunque deseará que todos fueran con él lo que él no ha sido con ellos.

A pesar de todo, siempre hay personas que dan todo sin esperar nada a cambio, sin rencor.

Todo aquello que recibes, es, sin lugar a dudas, aquello que das, tanto para bien como para mal. Por ello, deberíamos plantearnos esta pregunta más a menudo, pero no pensando en cómo actuar,  sino centrándonos en saber cómo queremos que los demás sean con nosotros, y lo que ellos nos demuestren, será devuelto en igual medida.

En conclusión: no hagas nunca lo que no te gustaría que te hicieran a ti.